DE TAPAS Y SARAO
Hoy nos vamos de tapas, de fiesta, de sarao. Hacer la ronda nocturna por las castizas calles de Madrid es algo genial que alegra el cuerpo no sólo por los grados de alcohol que se le mete, sino por el mundo de magia, de tranquilidad, de amistad, del paseo amoroso cómplice que hay a la penumbra de las farolas isabelinas. Según la leyenda popular, lo que hoy se entiende por tapas proviene de tiempos muy remotos, y que hace referencia al hecho de que cuando las personas se reunían para tomar un trago, mientras hablaban tapaban la copa con una rebanada de pan, que luego también la comían. De ahí quedó la típica tapa como acompañante del gustoso trago. Pero Madrid no es solo eso. Madrid es Madrid por su señorío, su castiza hidalguía, su belleza. No importa que haga calor o frio, que sea invierno o verano, su gente, esa simbiosis de pueblos, de colores y razas, aman por igual la belleza de las calles de Madrid, su buen trato, su alegría y su buena comida. Todo confluye para que quien viva en Madrid se sienta como en su casa y participe de los encantos de la Villa. La gente sale a la calle, va de ronda, de bar en bar, de terraza en terraza y en todas ellas no falta el pincho, la tapa, la caña. Y no digamos nada de las verbenas, ahí está la de San Isidro donde las chulapas con su mantón de manila y guapos chulapos cantan y bailan el típico chotis animados por las tunas y al son del organillo. Y al caer la tarde-noche muchos terminan en esos saraos donde la música no entiende de palabras, sino que se habla por los movimientos del cuerpo. Es bullicio, diversión. Figuras deformadas, fantasmagóricas, por los neones que circundan el recinto. Es el Madrid que no duerme, el de la complicidad, el de los arrebatos momentáneos del beso fugaz, de la caricia mentirosa que termina al despuntar el alba. Pero Madrid no pierde su encanto, " por algo te hizo Dios la cuna del requiebro y del chotís". Luis Fernández Ardavin, poeta, nacido en Madrid en 1891, en su canto Madrid de Capa y Espada, dice" Cuando la tarde al caer, la pluma y los libros dejo, descansando de mi quehacer, me voy de lleno el placer de andar por Madrid el viejo". Y es que pasear por Madrid es una gozada donde el asombro salta en cada momento por la belleza de sus jardines, parques, construcciones señoriales, plazas y museos. Alguien dijo, que París bien vale una misa, pues es mejor decir, "que de Madrid se va al cielo." "Cuando llegues a Madrid chulona mía voy a hacerte emperatríz de Lavapies."
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